Hay mucho de cierto en la frase atribuida a Hegel: “El ser humano no aprende nada de la historia, pero aprende todo del sufrimiento”. La grave situación sanitaria ocasionada por la pandemia de COVID-19 está poniendo a prueba todas las emociones, facetas y construcciones humanas. Tal es el caso del mecanismo creado para la defensa de la dignidad de las personas: los derechos humanos. Debido a la naturaleza de esta contingencia, es necesario evaluar la actuación del Estado mexicano como principal garante, pero a la vez, como fuente de amenazas significativas para estas prerrogativas fundamentales.